16 de noviembre de 2012

NARRATIVA / Frans Gris





LA NIEBLA

Un viejo post bohemia años 50, que vive en la misma pensión y decía ser pintor, pero  hoy no es más que un parásito de amigos y familiares, y desconocidos: “Es para desconfiar…no toma… nada… ni un pisquito, ni una cerveza, ni vinito.”
“Qué se puede esperar de un tipo que bebe café descafeinado, con galletitas de agua, almuerza ensaladas y va al teatro.” Comenta a sus amigotes otro vecino de la hostería, ex periodista de “El Clarín”.
“Y ya no fuma. Es para sospechar de él. Nunca sale de carrete los jueves, menos los viernes.” Un tercer parrandero habitante de la residencia, cuando trata de sacarle una cerveza a la dueña del boliche de la esquina.

La cuarentona que hace las camas en la pensión, quizás algo despechada, a una amiga que preguntó: “Desde la oficina a su pensión. Soltero el pelotas, soltero, más pobre que una rata y solo. (Harto güeno questá el mino). Pero ni una mina se le ha visto…nunca.  Pa´ mí que se le queda la patita”

Comentarios de sus compañeros y compañeras de trabajo, en el banco:
“Es difícil sufrirlo.”  La rubia voluptuosa de la recepción.
“Cambió harto este gueón.” El cajero viejo de la caja especial nº 8.
Su jefe; ese de administración: “Esto de todas esas excentricidades es como de hace poco. “
“Por los días de su juventud bebía ron con coca cola, era adicto a los completos y además tocaba en una banda de jazz. Dicen.” Comenta la anciana de Personal.
Otro de los cajeros. “El saxo… lo echó a perder eso medio loco que tiene el jazz”


-()-

¿La verdad?
Fumaba una pipa que olía a tabaco inglés, a días y noches desolados y a búsqueda.
Buscaba.
Buscaba…algo…exactamente eso…ese algo que no sabía que podía ser. Un algo que ni siquiera era capaz de vislumbrar.
Adoraba el blues y las noches en los boliches de la Alameda y del centro.  Le gustaba, de noche, andar por Irarrázaval y Macul, ir por un “cubalibre” al club de jazz.
O un café expreso en la plaza Ñuñoa.
Claro que todo eso era de cuando fue joven.

“viejos blue jeans desteñidos mis primeros aquellos que logré que un conocido me trajera desde Miami… junté peso a peso hasta que lograr los suficientes dólares para que mi “amigo” me comprara esos pantalones de mezclilla “Lee” imposibles de encontrar en Santiago.
Me los ponía con unas botas Flint de tacones negras y suaves como guantes esas se conseguían por Ahumada, cerca de la bajada a los pules
camisa blanca o amarilla dorada de seda muy holgada sin botones y con puños muy largos
en verano un sombrero de paja o pita y así volvía cada enero a casa todos los veranos eran un pelear constante con mi padre por mi pinta de marica según él decía
a más de cortarme el pelo a lo James Dean montaba una Indian negra con cambios de palanca enorme y rugiente fumaba cigarrillos rubios importados y cargaba en el bolsillo de atrás  un mariposa afilado
los veranos en mi casa la vieja casa del campo me permitían superar los inviernos de muerte mal vividos mal comidos en la gran ciudad
mi casa de piedra y madera oscura perdida en los bosques sureños verdinegros de lluvias y hojas se reflejaba por las noches con luna en las aguas negras de la laguna
o recogía en las tejuelas la música del viento que bajaba en torrente de las alturas que nunca perdían por esos tiempos el blanco de la nieve
nunca pude acostumbrarme definitivamente a la forma de vivir de los habitantes de la ciudad esa leonera enorme sucia fétida y oscura
    las noches sobre todo las noches   peligrosas  amenazantes    solitarias a pesar de los amigos  del tabaco  los blues y el ron
a pesar de la vieja Indian Chief mi negra potente que era la envidia de los que sabían de máquinas y la admiración de los que nada entendían de motos o de cualquier otro medio propio de transportarse
o a pesar de las noches por el Nahuel Jazz  o en el Patio Azul
éramos una manada de extraños animales independientes libres en medio del cemento o del rugir de las calles de Santiago centauros acero y sangre de un lugar a otro sin rutas tiempos o espacios
de norte a sur
desde Farellones hasta las desagradables zonas cercanas a las playas de Santo Domingo o Viña con sus aires húmedos y mal olientes a mar y a sal   pegajosos  que se adhieren a la piel y se quedan por varios días en la ropa   en la boca y en los recuerdos
con esos cuerpos tendidos en las arena parecen cadáveres a la espera del patólogo o leones de mar en busca de hembras gritando o bramando sandeces en el borde del abismo marino”




Blues jeans y chaqueta de cuero negro, y el sombrero de paño oscuro a la espada. En el asiento trasero, su saxo.
Y bajo la camisa anotada sobre la piel las direcciones de su búsqueda: “adelante”.
Tabaco, bencina, ron…
“en el muro de la bomba de bencina un jefe indio ¿Cheyenne? ¿Cheroquois?  ¿Moikano?  con tocado de plumas y perfil pétreo…debajo algo escrito en inglés o  ¿francés? … algo así”

Hacia el sur a media noche de enero, plenilunio y en la cara el viento.
Hacia el sur, enero a media noche y el motor latiendo al ritmo de la carretera recién pavimentada.
Un largo bramido resucitando las ventanas de pueblos enredados a los cercos de alambre o clavados a las vías del ferrocarril.
Un tabletear de motor caliente rebotando en las arboledas nocturnas y diluyéndose en los trigales azules de enero.
Huyendo por viñedos y alamedas el golpear del motor espanta el rocío de los pastales como el lomo de un perro viejo sacude la lluvia de la noche.

Algo de café caliente al paso de una ciudad oscura en donde, al borde de los rieles, asoma, en amarillento reflejo, un boliche…


café caliente con malicia    


- Un poco de ron-
-…No hay por estos lados esas cosas…aguardiente y café…es lo nuestro…

Y luego solo el bramar de la máquina por el camino.

Más al sur el bajar hasta el río allá abajo y luego el largo repecho para escalar el borde sur. La moto brama de subida y  va girando suave y dócil en cada curva.
Arriba ya, y la luz del oriente se cuela por las hilachas de una niebla rosada y turbia, con olor a humos y a humanos despertando.
En una hora o algo así dejará la carretera para virar al oeste, por un camino de ripio y barro, flanqueado por esas grandes matas grises y de agudas púas.
Es de cuidado ese camino.
Es poco más que una huella, peligrosa por sus profundos surcos labrados por las ruedas de las carretas que van y vienen desde los campos hasta el pequeño poblado que se asienta a la izquierda del río, más allá del puente que cuelga de su maraña de cables oxidados.
Poco antes de la entrada al camino, en la carretera aún sin pavimentar, hay una bajada larga, luego un puente estrecho y la subida…es lo mismo de norte a sur que de sur a norte…es lo mismo de noche fría o por las mañanas de sol…allí habita la niebla, espesa, traidora, mortífera.

Pumalal
En esa bruma  se ocultan algunas temibles sorpresas.
Recuerda que hace unos años atrás, un camión golpeó un toro oculto en la niebla.
Un auto, que venía del sur, no se percató y entró en la bruma a más de ochenta a la hora y luego un bus, del norte, que aprovechaba el envión de la bajada,  se encontró de frente con el amasijo de fierros y sangre.
Fueron varios los que ya no volvieron a sus casas…otros muchos más los que salieron malamente heridos.
Descuidado o perdido en sus pensamientos, a más de cien entra en el tramo de carretera que aún no está pavimentado.
Los sacudones lo sacan de su pensamiento y, conmocionado,  conduce con todos sus sentidos puestos en el camino flanqueado por la enorme mole, sombría, tétrica, de la cantera a su derecha.
Y el río baja lento, reflejando la última plata de la luna, a la izquierda.
Baja la velocidad hasta los cincuenta y el polvo se le adentra por entre las botas y las perneras de los pantalones. Es una tierra muy fina, fría, algo húmeda, que hiela piernas y manos, que se adhiere a la cara y al cabello, que ahoga.
Y de pronto…sin aviso…la bajada y la niebla. Y cruzado en la boca del puente un algo oscuro. Un fantasma mortífero,  y desgarrado. Gimiente.
Aprieta fuerte las piernas.
Pisa el pedal, embraga, pasa primera y gira forzadamente inclinado hacia la izquierda. La máquina se roncea levantando grandes cantidades de polvo y gravilla.

Y da varios botes y corvetas resbalando sobre la grava, lo que hace que su costado izquierdo entre en contacto con el suelo.
El jinete levanta las piernas por sobre el sillín y suelta el manillar.
Y salta desde la bestia herida que sigue resbalando hasta estrellarse contra lo que obstruye el vado del estero.
“tropieza asustado y da un bote y me echo sobre los lomos suelto de las crines me dejo resbalar y ruedo sobre mí mismo giro y giro y casi al borde del quilal me detengo  ileso Perfectamente sano y lúcido ni un rasguño ni una pequeña herida
algo de tierra mojada y la adrenalina fluyendo por el río  de las venas
sólo que he perdido mi tocado   y el mustango patalea  mal herido al borde de la niebla”

La Indian yace de costado, las ruedas aún giran y desde adentro de lo que queda de la cabina del carguero un gemido…el chofer que pide ayuda.

Entre la niebla, una figura extraña alza los brazos hacia el sol naciente.
      
-()-

Un ex prospecto de cuñado: “Este loco es medio raro. No le hace a los asados. Ni pitea ni toma…está cagao de la cabeza.  Pa´ más remate se acuesta temprano y anda de corbata.”

Un amigo eventual: “no sabe de fútbol  ni de carreras…puro habla de motos y de viajes. Y de indios”



Frans Gris
enero 2012



  
Frans Gris, Poeta y artista plástico
Experiencia  profesional desde 2000 en adelante dedicado totalmente a las actividades artísticas: Gestión cultural, asesorías educacionales relacionadas con literatura y pintura, muestra y ejecución de proyectos tales como creación de talleres literarios, muestras de pintura y escultura, recitales poéticos y muestras de teatro. Proyección de artistas jóvenes. Producción de eventos infantiles. Producción de obras literarias.

Aficiones relacionadas con las artes literarias: Lectura y estudio de idiomas latinos y su literatura.
Estudio, traducción al español moderno y colección de obras poéticas de los siglos IX al XI, llamadas  “Jarchas”.
Estudio de obras de poesía japonesa del siglo XVIII, denominadas “Haikus”


Fredy R. Guzmán O. (Frans Gris)
degrislaluz.blogspot.com

http://www.youtube.com/watch?v=2qMbJSEC7N8

2 comentarios:

arjex dijo...

palabras precisas e imágenes difusas. Felicitaciones al Frans Gris

Saludos.
Atte.
Arjex

Anónimo dijo...

No sabes cuanto agradezco la última publicación que has hecho de mi trabajo en tu revista.
Siempre es bienvenido el vernos en las páginas de las publicaciones literarias importantes.
Muchas Gracias amiga...


Un abrazo de Frans.