29 de octubre de 2013

COMENTARIO libros / Magda Lago Russo









RAYUELA 50 años


Por Magda Lago Russo



Argentina celebra el 50 aniversario de la publicación de “Rayuela”, la novela emblemática del escritor argentino Julio Cortázar, conjuntamente con el lanzamiento del Año Cortázar 2014 al cumplirse el año próximo un siglo de su nacimiento.“Rayuela”, la innovadora obra de Cortázar que salió a la luz el 28 de junio de 1963 y fue traducida a 30 idiomas, es considerada una obra central del ‘boom’ latinoamericano y fue incluida por el diario español El Mundo entre las 100 mejores novelas en este idioma del siglo XX.

El ganador del premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, aprendiz confeso de Cortázar y uno de sus compañeros de ruta cuando estalló el Boom Latinoamericano, define esa característica mejor que nadie.: “Probablemente ningún otro escritor dio al juego la dignidad literaria que le dio Cortázar ni hizo del juego un instrumento de creación y exploración artística tan dúctil y provechoso. Pero diciéndolo de este modo tan serio, altero la verdad: porque Julio no jugaba para hacer literatura. Para él escribir era jugar, divertirse, organizar la vida —las palabras, las ideas— con la arbitrariedad, la libertad, la fantasía y la irresponsabilidad con que lo hacen los niños o los locos.  Pero jugando de este modo la obra de Cortázar abrió puertas inéditas, llegó a mostrar unos fondos desconocidos de la condición humana y a rozar lo trascendente”.Rayuela fue desde el principio mucho más que una novela. Fue un manifiesto, una bandera, un grito de liberación, un poema de cientos de páginas, un laberinto, una temeridad. Se publicó en el momento justo, como si hubiera sido la concreción de un plan superior.

En junio de 1963 el mundo estaba preparado y ansioso por devorar las letras en español que se escribían en América Latina. Y Rayuela le dio a ese mundo pasajes de una prosa elegantísima, una atmósfera poética cautivante, personajes capaces de sobrevivir fuera de la novela y una manera agresiva de relacionarse con el lector, descarada, dándole dos estructuras sugeridas de lectura y alentándolo a que creara otras. Rayuela fue una novela de culto desde que se publicó, pero ese culto fue masivo y desde el inicio fue un tópico de discusión que se ha mantenido a través de estas décadas. Se siguen vendiendo unos 30 mil ejemplares de la novela cada año y es citada con respeto aún por quienes no pudieron con ella. Esa actitud porfiadamente consciente de Cortázar por desafiar las reglas de los juegos que él mismo inventaba fue la que le hizo titular Rayuela a su novela más ambiciosa y alentar al lector a crear sus propias reglas para leerla. Y eso más allá de las instrucciones que el autor anuncia, por las cuales una versión del libro es lineal y termina en el capítulo 56 y en la otra intercala un centenar de capítulos más, aunque mantiene el orden del 1 al 56. Los primeros 20 capítulos a leer, siguiendo este sistema, son el 73, 1, 2, 116, 3, 84, 4, 71, 5, 81, 74, 6, 7, 8, 68, 9, 104 y 10. Pero esa no es la dificultad esencial ni la característica más saliente de Rayuela. El laberinto de esa novela es más complejo que un puzzle. Los escondrijos de la anécdota están a veces tan camuflados en entre las ramificaciones, que se hace imposible encontrar un significado confiable. Otra vez Vargas Llosa lo explica de forma magistral: “Nada es allí reconocible y seguro: ni el rumbo, ni los significados, ni los símbolos, ni el suelo que se pisa. ¿Qué me están contando? ¿Por qué no acabo de comprenderlo del todo? ¿Se trata de algo tan misterioso y complejo que es inaprensible o de una monumental tomadura de pelo? Se trata de ambas cosas”.

Rayuela tiene una fama bien ganada y revolucionó el ambiente literario en español como ningún otro libro. Sin embargo, en opinión de muchos -y evidente para quien escribe- el genio de Cortázar brilla con más intensidad en sus cuentos y viñetas.

En Historias de Cronopios y de Famas Cortázar crea sus propios estereotipos, que sin embargo son imposibles de traducir. Se intuye lo que es un “cronopio” o un “fama” o una “esperanza” pero el arbitrio de cada lector es definitivo a la hora de juzgar, y no puede haber dos lectores que lleguen a las mismas conclusiones. Los cuentos, tanto fantásticos como realistas, contienen algunas de las mejores páginas que se han escrito en español. Desde aquel célebre Casa tomada, un cuento en el que no sucede nada sobrenatural de forma explícita pero que la actitud resignada de los protagonistas, casi despreocupada, crea una atmósfera de angustia creciente provocada por una entidad desconocida que se apodera del universo del cuento y de la mente del lector. En La noche boca arriba y Axolotl, el mundo del realismo más cotidiano se disuelve en la magia, por medio de un pase sencillo, que Cortázar trasmite como inevitable. En cambio, "El perseguidor" es totalmente realista, aunque la descripción del auge y caída del genio del jazz a través de la narración de un crítico de música llega a la indagación metafísica de una realidad permeable hacia otra dimensión, igual que en sus cuentos más fantásticos. Rayuela, como dice Vargas Llosa, es el manifiesto revolucionario.

“¿Encontraría a la Maga?”. Así comienza Rayuela, la mítica novela de Julio Cortázar que marcó un antes y un después en la literatura en español. es la forma en que el argentino nos invita a comenzar a jugar Rayuela, la novela que hace medio siglo rompió los moldes del género novela.


28 de octubre de 2013

POESÍA / Pablo Guiñez





EL VUELO DE LA LLOICA




Alguien ahora le ha incendiado el bosque.

Alguien ahora ha prendido las sementeras.

Siguen las rozas envolviéndolo. Su aliento

echa a correr los animales. Los dispara.

Saltan cual ratas, cual venados. Se desbocan.

Alguien ha puesto una locomotora en sus pulmones.

Tal vez la chispa saltó del aserradero.

Cual la culebra repta entre los pastos.

Sopla y resopla, como asfixiado. Se enamora

de aquella lloica. Salta por encima

de aquella cerca. Mientras allá lejos

siguen y siguen los animales dando vueltas.

Es todo humo. Es aquella larga

marca apoyada sobre el anca de una vaca.

Aquella lengua, que desolada se sumerge

entre las breñas. Es sólo aquél potro.

Es todo el bosque en un solo relámpago.




LOS FRUTOS DEL SOL



Sacudamos sus ramas.

No perdamos tiempo esperando los pájaros.

Estos caerán cuando se hallen maduros.

Tendremos que bajar el sol.

Para que no se seque el mar hay que elevarlo más temprano.

Pero si la noche es muy oscura

no nos queda otra cosa que pararnos en la puerta.

Sacudamos las aguas.

De estas caerán peces.

Extendamos las redes.

Así no se caerán sobre la arena.

Entonces, con su ayuda podremos dirigirnos a la costa.

Allí descansaremos, reposaremos. Mientras tanto

conformémonos ir acompañados

de su cierto perfumado vino cuya sombra nos conduce

a través de los bosques. Preparémonos

para luego adentrarnos, como la abeja, en ese túnel

que su aliento recorre.

Saludémoslo riéndonos.

Aceptémoslo como un amigo

que enojado nos deja en medio de la noche.


*****

Entrevista al  autor en la siguiente página : http://hotel-nube.blogspot.com/2008/02/pablo-guez-poeta-del-ser-y-la-palabra.html

Publicados en Revista La Mancha Nº 20


21 de octubre de 2013

INVITACIÓN / Presentación de libro en formato cartonero: EL DOLOR DE LA PASIÓN.


 
Siendo coherentes con nuestro empeño en formar redes de apoyo a la creación literaria, difusión de ésta y trabajo de edición, hacemos eco de esta interesante invitación:






Editorial Olga Cartonera invita a usted a la presentación del libro EL DOLOR DE LA PASIÓN
del autor  Cristofer Andres Valenzuela Donoso, la cual se llevará a cabo en:

 Café Zoetropo, Esmeralda 716

Sábado 26 de Octubre a las 18 horas.


Presentará el libro, Pablo Delgado U. (editor de Revista La Mancha).



 ¡¡¡ Los esperamos !!!!


Más sobre el autor, visitar su blog: http://lasmelancoliasdemarcus.blogspot.com/

Sobre el trabajo de Editorial Olga Cartonera: http://olgacartonera.blogspot.com/ 













20 de octubre de 2013

NARRATIVA / Karen (Plástico) Peñaloza








AMOR AN/ATÓMICO


Fileteó  su rojo, fibroso y adorable corazón en partes proporcionales, siete partes, de las cuales consumió dos. El resto lo refrigeró  en una bolsita con cierre  hermético. En el refrigerador aparecieron, bueno, su cuerpo en el receptáculo mayor y en el frigider la bendita bolsa que con los peritajes, ires y venires de acá para allá, se descongeló y las cinco partes del corazón que restaban comenzaron a babear un líquido azuloso que empeoraba las cosas a decir verdad.

- El corazón de su amante maricaaa!- decía la tía Vera, como queriendo juzgar la realidad de Javier, como si fuese la víctima de sus pasiones en vez de poseedor; como si fuera espectador en vez de cirujano espontáneo de semejante cuadro que, enfrente de nosotros se posaba, mientras seguía desangrándose esa cosa que ya no tenía  forma dentro de aquella hermética bolsa.

Que lo amaba me hab(r)ía confesado, que lo necesitaba y que quería conservar los instantes a su lado. Que le gustaría tragarse el mundo entero en el instante en que le observaba con esos ojos como de gato bandido…y yo sentía que en su descripción también yo vibraba un poco de amor.

Que temblaba al besarlo, decía, que una mañana llena de culpas…llena de esas inmensas alegrías de un solo instante, fugaces, y es como el sólo hecho de mirarle…¡ahhh!…si te dijera la aventura que es tratar de hablarle. Me siento  completamente intranquilo antes de escuchar su voz y luego, durante, no sé ni lo que digo y después no sé de qué hablamos y me despido, como aturdido, me despido.

Claramente, él lo amaba. Cadena Perpetua.




Plp



Publicado en La Mancha Nº 20
Ilustración de Plástico Peñaloza




Karen Peñaloza, o Plástico, -o cualquiera de los alter con los que suele firmar su trabajo- fue una de las fundadoras del proyecto Revista La Mancha. Poeta, dibujante, y creadora en todo el sentido de la palabra, sus creaciones han sido desde un principio el distintivo original de Revista La Mancha. 
Fue integrante del Taller Literario de Quilicura, del Colectivo Mal de Ojo, y actualmente, trabaja en la editorial cartonera Calafate Cartoneraen donde se puede apreciar parte de la dimensión de su trabajo visual.





8 de octubre de 2013

COMENTARIO / Patricio Alfonso U.




CON LOVECRAFT EN LOS ESPACIOS DEL MIEDO



Se podría consignar que el horror lovecraftiano es en buena medida un horror arquitectónico. Dan cuenta de ello tanto la ciudad de errónea geometría que emerge impíamente del mar en La Llamada de Cthulhu  como las casas leprosas de los callejones de New England, donde se guarecen espantos sin nombre. Para  que mencionar The Nameless City, donde el tema es precisamente una urbe ajena a cualquier patrón humano.  Ahora bien, esta impronta arquitectónica del horror va unida por una parte a la sombra del pasado, se trate del pasado inmemorial del que emergen monstruos y dioses de pesadilla o de la simple vetustez de casas y lugares de El Ceremonial . Se podría decir entonces que lo que inspira el horror en Lovecraft es lo malsano de la decadencia, los cuerpos en descomposición, lo antiguo como signo de muerte y aniquilación; se podría proclamar el parentesco del escritor de Providence con Poe, con ese Poe que escribió Valdemar y La Caída de la Casa Usher, el cuerpo en ruinas y la mansión acabada como enseña o metáfora del cuerpo en ruinas. Se podría, y no faltan razones para ello. Pero tal vez las cosas no son tan simples,  no solo porque ese mismo Lovecraft albergaba también como hombre una mentalidad que ha sido motejada de “reaccionaria” y “antimoderna”, una mentalidad vuelta, como la de Novalis, hacia la medianoche de lo pretérito, sino porque esa mentalidad – y no podría ser de otra forma -  queda asimismo retratada en sus escritos. Léase, por ejemplo, un cuento como Él, fiel reflejo del traumático período que nuestro autor pasó en Nueva York, y se verá como el horror se encarna en toda su impiedad, no en las sombras y casas vetustas del ayer, sino en las dantescas y aplastantes  torres de la modernidad que han venido a reemplazarlas. Y su impiedad está dada fundamentalmente por el hecho de que han venido a reemplazarlas, demostrando su condición maligna en algo que me siento inclinado a calificar como una brutal “falta de respeto”. Lo moderno es para “este” Lovecraft  (indisolublemente unido al “otro”) epítome de destrucción, de avasallamiento de un mundo para reemplazarlo por otro que en realidad es un in-mundo, algo abominable. Es probable que este sentimiento lovecraftiano (o que esta parte del sentimiento lovecraftiano) pueda hoy sentirlo cualquier ciudadano de Santiago de Chile al caminar por esos hermosos barrios antiguos que las inmobiliarias en contubernio con la autoridad ignorante o inescrupulosa  están destruyendo ahora mismo. Quien contemple las siluetas amenazantes de esas torres, no tan distintas de las imaginadas por Lovecraft en Él, cerniéndose sobre el borde de las antiguas casas en Ñuñoa o en nuestro casco poniente podrá entender también como la modernidad, y muy en especial la modernidad arquitectónica, puede ser una forma del mal.


Esta contradicción lovecraftiana (1) es entonces causa de que su forma particular de horror no tenga salida.  O debiera decir, tal vez, que el horror en Lovecraft se constituye como tal precisamente por la imposibilidad de encontrar una salida. El mundo de Lovecraft se presenta como una aporía, como  un laberinto que encierra (en) el horror. De allí la condición pesimista de sus escritos, a los que cabe considerar como una muestra especialmente desesperada de existencialismo. El perfecto pesimismo de Lovecraft se traduce consecuentemente en su desconfianza y desdén hacia la mitología del progreso, hacia the american dream. y the american way of life. Y aquí podemos establecer un nexo hacia otro aspecto de su obra. No cabe ninguna duda de que Lovecraft fue durante su madurez literaria un escritor regionalista, que fue – como Hawthorne, como Melville, como el mismo Poe- un autor de New England, del este  norteamericano. (2) Fijémonos en la unción con que Lovecraft describe el paisaje y la arquitectura de su región, de la que casi no salió en su vida, de la veneración con que describe Providence, la ciudad que lo vio nacer y morir. Ahora bien , en las coordenadas transversales del país del norte, el este es el lugar de la arribada, aquel donde se sedimenta (en tiempo record, comparado con lo ocurrido en Europa) una tradición, es decir, un llamado a volver la cabeza hacia atrás, hacia el pasado, la condición primera de la nostalgia. El oeste, por el contrario, es la tierra del futuro, el lugar donde todo está por construir, la comarca del emprendimiento donde sólo tiene sentido mirar hacia delante y ser optimista y valeroso. Se trata, desde luego, de una simplificación, pero quizá en la misma se podría encontrar el retrato del alma de H.P. Lovecraft o, menos pretenciosamente, de su propia comarca mental.



Patricio Alfonso Ulloa
Publicado en La Mancha Nº 20



Notas

(1)   No soy ni mucho menos el primero en señalarla “ ¡Terrible contradicción, romántica contradicción  entre la huida al pasado y el horror de ese mismo pasado, entre la fascinación y la repulsión de la muerte! La necrofilia de Lovecraft – como la de Poe – es, a la vez, necrofobia porque en verdad nunca se puede amar la muerte”  Rafael Llopis.  Los Mitos de Cthulhu.  Alianza Editorial, Madrid, 1970. Pág. 32.

(2)   Sobre el regionalismo/realismo en Lovecraft, veáse Llopis, Los Mitos...,pág. 21,  incluyendo las citas. Y en este punto, me parece posible emparentar al autor de Providence con nuestros poetas láricos, quienes prescriben una estética del entrañamiento. Por contraposición, el horror lovecraftiano vendría siendo un síntoma de extrañamiento, de una inadecuación radical.