LOS PANTALONES DE RAPOSO, de Medeiros e Albuquerque
por Mario Alfredo Cáceres Contreras.
A propósito de Puro Cuento (La Mancha – edición especial junio 2012) muchos autores describen la labor educativa de los cuentos como un modo para aprender a enfrentar en forma más apta la realidad. Y, como dice Tolkien “Los cuentos nos entregan consuelo, imaginación, y escape; cosas que necesitan mucho más los adultos que los niños”. El mismo autor nos agrega "Cuando las cosas nadie las quiere, terminan en la pieza de los niños” y esto último me sucedió al encontrar en una caja cubierta por el polvo del abandono, ajada y descolorida, la selección de Cuentos Iberoamericanos, precisamente en la pieza de los niños.
La atracción por conocer a escritores Argentinos, Brasileños, Peruanos, Uruguayos y por supuestos Chilenos –muy conocidos – la confieso irresistible. Destaco uno de ellos del brasileño Medeiros e Albuquerque: Los Pantalones de Raposo. En este cuento el autor nos enfrenta al bullyng que ejercen los alumnos a los docentes desde el nacimiento de las escuelas hasta nuestros días. El relato en su hilo conductor es logrado con extraordinaria maestría. Confieso que poetas brasileños me deslumbraron como Cecilia Meireles y Manuel Bandeira con su poema En el Café “Cuando pasó el cortejo /las gentes del café se descubrieron / maquinalmente /saludaban al muerto distraídos /estaban volcados en la vida /absortos en la vida /confiados en la vida. Solo uno se descubrió con gesto /amplio y demorado /contemplando el cortejo largamente / solo él sabía que es inútil / la feroz agitación de la vida /que la vida es traición / y saludó a la materia que pasaba / libre para siempre de su alma muerta. Perdonen, como lo dice el vulgo: me fui en la volá.
Retornando al cuento Los Pantalones de Raposo, destaco las descripciones. Generalmente las descripciones en el cuento son amorfas y distractoras, pero estas las encuentro espectaculares en lo físico y sicológico. El lector es atrapado e imagina con detalles al personaje. Una lección maestra para nosotros los aprendices en el arte de narrar. La Trama sucede en un internado con 200 alumnos. La creatividad fluye y los alumnos son nombrados con números “¡Se contaba de un muchacho, estudioso pero muy endiablado, el 72, que solo por hacerle una jugarreta al Director cuando lo besara para felicitarlo, se había restregado en la frente, minutos antes de recibir el premio, un diente de ajo! Desde entonces el Director pasó a dar besos más circunspectos.”
La descripción del Inspector General Raposinho así lo demuestra “Era un viejo alto, flaco, de cara larga. Usaba barba, una barba muy rala, que mal le cubría el rostro pálido, descarnado. La frente alta y ancha, inteligente. Los ojos negros tenían, sin embargo, una expresión de humildad como jamás vi igual: ojos suplicantes, ojos de queja y miedo. Vestía una levita muy vieja, los puños eran viejísimos, el cuello, la corbata, todo deshilachándose. A pesar de todo, tenía un algo de hombre de buena sociedad; Se veía que aquella ropa usada estaba escrupulosamente escobillada. Limpia, derechita…”
Medeiros e Alburquerque nos lleva como sentados en un carro de la montaña rusa. Juega con las emociones, las situaciones alegres, picarescas se entrelazan con maestría con las emociones que provocan la brutalidad del Bullyng, ejercidas por los alumnos hacia los docentes. Conocí de muy cerca esos planes maquiavélicos urdidos en la oscuridad de los dormitorios, entre susurros y risas contenidas. En realidad no se vislumbra el daño que se causa en el alma de un ser humano. Vivencias experimentadas de un internado muy parecidas al relato de este excelente cuento. Además, como guinda de la torta utiliza el narrador testigo. Silvia Kohan, nos dice: “Cuántos problemas y dolores de cabeza da el narrador testigo a los escritores principiantes y cuantas satisfacciones y sorpresas ofrece a los que son capaces de comprender a fondo las posibilidades y limitaciones de la voz escogida”. Creo que muchos conocen la obra de Scott Fitzgerald en el Gran Gatsby o por lo menos apreciaron el film, o 24 horas en la vida de una mujer de Stephan Zweig, ambos utilizan en forma brillante al narrador testigo.
Deseo que encuentren estos Cuentos Iberoamericanos en alguna librería en que se expendan libros usados o en la editorial Andrés Bello, publicado en noviembre de 1983 y con una tirada de 33.000 ejemplares.
Medeiros e Albuquerque nace en Recife en 1867 y fallece en Río de Janeiro en 1934. Periodista, Profesor, Poeta, Cuentista, Novelista, autor de Obras de Teatro, además autor de la letra del Himno de la República. De su extensa obra literaria cito Pecados (1839) Un hombre práctico (1898) Poesías (1893 -1901 -1904) Cuentos escogidos (1907) Obras de Teatro (1923)
Mario Alfredo Cáceres Contreras.
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