EL SILENCIO
El silencio viene en puntillas de sonámbulo, con insipidez de muda mudez, viene con herraduras perdidas por caminos que crujen de silencio; se posa en lontananza y pinta ojos al horizonte, ojos llenos de lágrimas de soledad, ojos que lloran y lloran, que crecen tanteando las montañas y laderas, llanto que perece en el oído sordo, por que la voz es huera.
El silencio chilla, se desespera y grita torpemente a la memoria del día, grita a los muros que crecen como nieblas infinitas, muros que le dan la espalda a la voz sin eco de la noche.
Noche que también colgó su telaraña de melodías pretéritas, noche en que el silencio viene a hacer cita nocturna, con el espejo roto de la palabra; esta noche que puja por romper las mil amarras del silencio, que desafía y porfía, que se escurre a lo correntoso del silabario de la memoria, memoria nunca parida.
Tengo el silencio a mi diestra como algodón sin eco, cansado, acongojado, curvada la espalda, caminando la vida en la orilla de la nada; me abruma, me tulle, me hace cojear las entendederas, me necroza mi lengua, tu lengua, creando abismos curvos, cuencos hondos, distancias afiladas, sobre la hirsuta muchedumbre, cavando una gran fosa de incomunicación. Hace tiempo que vengo escuchando su murmullo de humo, su silencio impenetrable, su murmurada mudez, su callamiento casi eterno.
El silencio se envuelve en actitud mezquina y nocturna de los hombres, hiriendo el rostro de la razón y del entendimiento, produciendo esta preñez de congoja oceánica, este canto inmóvil encima de los tiempos.
Voy a comprar todo el silencio hasta el infinito, para no desaparecer en este traje de angustias, traje a retazos contagiosos, su afilado tacto no acariciará el absolutismo de las laderas de mi umbral, no deshojará la geografía de mi imaginación, ni la ineficaz encantación de mis escritos, ni será motivo de que el silencio me enmudezca como la misma olvidanza.
Silencio quédate y dame la dosis necesaria de noche y sol, de barro dibujado. Déjame hacerte perlas en mi mar imaginado, hacerte canto de mi tocata y fuga, musitarte y tararearte en sonetos y prosas comprobando a cada instante, mi precariedad y asombro, así, contigo, SILENCIO, quiero atisbar mi propio abismo.
Nancy Ramírez A.
Publicado en La mancha número doce.
E mail: nnc.ramirez@gmail.com
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2 comentarios:
PROFUNDO,COMO ES, EL SILENCIO,UNA MAGNIFICA REFLEXION ENVUELTA EN UN NUTRIDO Y POETICO VOCABULARIO ¡FELICITACIONES!
Aleluya. aún tenemos locos que escriben como cuerdos,MAGNIFICO.
GUSANILLO
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