21 de febrero de 2009

LARGA DISTANCIA / Juan Disante / desde Argentina.





Puente




E
n Latinoamérica no hay canguros, ni elefantes, ni camellos. En África no hay guanacos, ni canguros, ni camellos. A su vez, en Australia no hay elefantes, ni camellos, ni guanacos. Y en Asia no hay canguros, ni elefantes, ni guanacos. Pero casi nadie sabe por qué razón, estas cuatro especies de animales están vinculadas entre si y se transmiten los conocimientos universales que les permite vivir en armonía con la naturaleza y con sus pares.
Un viejo cacique Toba tiene la respuesta.
En esas cuatro regiones existe un arbusto llamado Falacra así llamada porque es un yuyo de mal agüero. El que expulsa, el que divide, el que asedia. Todo ser vivo que lo prueba, pierde el pelo y la solidaridad de grupo. Por tal razón, los camellos, canguros, elefantes y guanacos jamás comen de esos yuyos, dado que saben desde siempre que son muy dañinos.
Cuando a África llegan las lluvias, los elefantes comienzan a correr hacia los torrentes donde el agua se acumula. Cuando se encuentran ante una zanja inundada, el más grande del grupo se instala dentro de ella, tapado por el agua, sacando su trompa hacia arriba para poder respirar. El objetivo es convertirse en puente para que los demás de la manada pasen por encima de su lomo hasta el otro lado. Cuando pasan todos y antes de seguir, varios del grupo sacan de la zanja al que sirvió de puente. Desde arriba le ofrecen las trompas para que, agarrándose bien, enrolle la suya y pueda salir sin inconveniente. Antes de retomar su marcha todos los elefantes arrancan grandes cantidades de Falacra y la arrojan al foso donde antes estuvo el mayor. Allí se produce algo mágico: las paredes de la zanja se derrumban, los truenos estallan, los rayos parten la tierra.
Pero, la intensa lluvia difunde sabiduría.
Parece ser que los guanacos de los Andes, los canguros de Australia y los camellos asiáticos aprendieron de los elefantes y hacen lo mismo cuando se desencadenan las terribles tormentas --tal vez menos veces por año que en África-- o cuando necesitan sortear complicadas ciénagas o abismos.
Ninguno pierde la sensatez ante las crisis, ni guerrea, ni se ahoga en el desquicio.
Los más viejos transmiten a los más jóvenes la lealtad de la especie y cómo servir de puente para huir de la Falacra hacia la Vida.




Juan Disante
Buenos Aires, Argentina

http//blogs.clarin.com/letra-y-matecocido

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Amanda:
Agradezco mucho tu cortesía.
Podés tomar el texto que quieras de mi blog (que creo te envié).
Encontré trabajos tuyos en el sitio "poetas del mundo. com" y me parece muy buena la idea de depurar un poco este mundo con tu revista, a la que le deseo mucho éxito.
Tu nombre me trae recuerdos de una hermosa canción latinoamericana.
Suerte!

Besos de Juan

Anónimo dijo...

¡Hermoso!, enlazaste los animales que identifican a cada continente y
mostraste lo importante que es la hermandad. Felicitaciones, por la
universabilidad. Saludos Medeliz

Anónimo dijo...

Sin ninguna duda que Médeliz tiene
razón -lo importante que es la hermandad-, sin compañerismo,ni falta de solidaridad o carencia de preocupación por el desvalido, no se puede construir una sociedad en que se pueda vivir mejor.
Los animales nos lo enseñan, pero nosotros no queremos aprender.
Te saludo Juan.
Agustín