25 de enero de 2015

COMENTARIO / Mario Cáceres Contreras

Para cimentar una columna de opinión


           
En oportunidades, los columnistas de opinión, pensando que sus atributos personales -muy apoyados en la muralla del ego- les permiten sacar provecho con frecuencia de la falacia argumentativa, olvidan que  su columna nace de las palabras, que bien utilizadas, nos invitan a reflexionar.  Omiten que toda cultura antigua, y en especial, la magia egipcia, proviene de la palabra.  Es tal la relevancia que aquellas culturas le daban a los vocablos, que en sus escritos dicen:  

“…Desde la creación de Ptah, que intuyó, sintió y creó el mundo a través de las palabras que salieron de su boca”.

"…Entonces nació en el corazón y en la lengua de Ptah la imagen de Atum. Grande y magnificado sea Ptah quien legó su gran poder a todos los dioses a y sus kas por la fuerza de su corazón y de su lengua”*.

En cambio estas, mal utilizadas en el lenguaje, nos llaman a disentir, y muchas veces, acompañados de la ira.
   
¿Qué es una falacia?  Según la definición tradicional, la falacia es un argumento que utiliza un mal patrón de razonamiento, que aparenta ser correcto. Y, cuidado que un razonamiento falaz no necesariamente arriba a una conclusión falsa. Las falacias, como expresé anteriormente, se usan frecuentemente en artículos de opinión; para ello utilizando majaderamente la falacia lógica como patrón de razonamiento que siempre, o casi siempre, conduce a un argumento incorrecto.

            Algunos columnistas, con el fin de convencer, olvidan unos de los tesoros más preciados por la humanidad: la Libertad. Esta palabra designa uno de los problemas más arduos de pensamiento filosófico occidental. Designa ese poder inminente al sujeto que puede definirse como la capacidad de decidirse o auto determinarse. La libertad de conciencia o de pensamiento, permite manifestar las propias opiniones, especialmente las religiosas, defenderlas y propagarlas.

 En este complejo cuadro se pueden distinguir  dos grandes líneas de reflexión. Por un lado están los pensadores deterministas que niegan la libertad humana porque consideran que todo resulta de un conjunto de estructuras intrínsecas y extrínsecas que impiden  cualquier acto libre. Piensan que el ser humano es concebido como resultado de una suma de variables y determinaciones previas, en donde no interviene la voluntad. En cambio, otros pensadores (concuerdo con ellos) esgrimen la tesis del ser humano como un ser libre, aunque no en forma absoluta, sino arraigada a circunstancias de tipo biológico, religioso y cultural. Esto es, el hombre puede decidir dentro de un abanico de posibilidades, y construir un proyecto para su existencia. Y recuerdo “La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, de 1789” que establece y plantea específicamente que la Libertad consiste en poder hacer todo lo que no daña a los demás. Hemos definido sobre la libertad humana, de ese dominio que ha de tener el individuo sobre sí mismo. No obstante, no hemos insistido en la necesaria responsabilidad que esa Libertad con lleva.
   
Y, sobre la libertad religiosa, podemos explayarnos largamente en como vemos al Dios único en las religiones, judías cristianas, musulmanas, el pensamiento de la India, y otros pensamientos. En todas ellas aparece la Fe: creencia no basada en argumentos racionales.

Para los católicos la Fe es la realidad anticipada de lo que esperamos. El motivo formal de la Fe es la autoridad de Dios, que constituye una evidencia extrínseca de la verdad, mientras que la ciencia exige una verdad intrínseca de las cosas. Todas las religiones y creencias religiosas  llaman con clarinadas fuertes al Respeto, Y perdonamos a los hombres de “mala fe”. Esos que actúan con malicia, doblez y alevosía. Porque el Respeto, es el sentimiento que lleva a reconocer los derechos, dignidades, decoro de una persona y se debe abstenerse de ofenderlos.
   
A los creyentes nos distingue y siempre nos ilumina la luz de la esperanza, e intentamos alejar la negatividad de nuestras vidas. La Esperanza, virtud teologal por la cual deseamos a Dios como nuestro supremo bien y esperamos con firme confianza que Él, por su infinita bondad y poder, nos dará la eterna felicidad en la vida futura y en esta vida la gracia necesaria para llegar a esa felicidad. Damos gracias por lo que nos ha dado, por lo que nos da y por lo que nos tiene deparado.





Póker de Divas

El croupier Respeto ha distribuido las cartas.

Falacia, la hermosa, deslumbra con sonrisas.
Observa la mano de póker: tres reyes y dos ases ganadores.

La Verdad, al filo de un atisbo, inquieta
y ante sus ojos, escala de tréboles en color.

Libertad, nerviosa, dos cambios solicita
tríos de nueves esperan
tal vez, otro nueve o un joker.

La Fe, un comodín y abanico discordante
ríe, porque cuatro cambios necesita con urgencia.

El juego se detiene en pausa sospechosa
todas miran a Esperanza que baila y canta en torno a ellas:

“Soy la espada en la oscuridad,
soy la vigilante del muro
soy el fuego que arde contra el frío
soy la espada en la oscuridad”

Y el aprendiz de pintor
esboza la escena con deleite.


   


Mario Alfredo Cáceres Contreras


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