Del poeta Carlos Órdenes Pincheira, sonetos de su libro "Catorce rutas para un ángel torpe", libro recientemente obsequiado para el librero manchado. Se agradece, y se corresponde del modo que podemos hacerlo: ¡compartiéndolo!
"A mis grandes amigos:
Eliana Navarro, José Miguel Vicuña,
Stella Díaz Varín y Ana Patricia Caruti Ampuero".
Ya no vendrá la luz de la mañana
de aquél amanecer bello, lejano
cuando un beso en la palma de mi mano
era aroma de amor y de manzana.
Como un río de negro cauce, insano,
te fuiste aquella tarde enamorada
tras la fiera del oro engalanada,
dejándome morir en el pantano...
Pobre como el mastuerzo, casi anciano,
de cardo, zarza y nieve soy hermano:
sólo tengo en el aire su sonrisa.
Y aunque a total silencio voy de prisa,
hay un hilo que arrastra toda risa
¡nunca ya vendrá lo soñado en vano!
Agosto - 2001
Cincelar esta mano, este latido
sobre catorce hierbas, estampar
el último galope, llanto hendido
alma turbia cansada de vagar.
Cantar al árbol nunca frutecido,
a la hoja niña ansiosa de arrojar
sus vuelos y paisajes sobre un nido
sin espigas, sin luz, sin trinar...
Dejar la llama sola, permitir
la llegada del grito encarcelado,
dar aire, verde sombra, al mutilado.
De la piedra esotérica percibir
otros cielos y almas para esculpir
en catorce soplos, ¡no es demasiado!
Junio - 1974
"A mis grandes amigos:
Eliana Navarro, José Miguel Vicuña,
Stella Díaz Varín y Ana Patricia Caruti Ampuero".
Portada del libro |
RÍO DE NEGRO CAUCE
Ya no vendrá la luz de la mañana
de aquél amanecer bello, lejano
cuando un beso en la palma de mi mano
era aroma de amor y de manzana.
Como un río de negro cauce, insano,
te fuiste aquella tarde enamorada
tras la fiera del oro engalanada,
dejándome morir en el pantano...
Pobre como el mastuerzo, casi anciano,
de cardo, zarza y nieve soy hermano:
sólo tengo en el aire su sonrisa.
Y aunque a total silencio voy de prisa,
hay un hilo que arrastra toda risa
¡nunca ya vendrá lo soñado en vano!
Agosto - 2001
SONETO
Cincelar esta mano, este latido
sobre catorce hierbas, estampar
el último galope, llanto hendido
alma turbia cansada de vagar.
Cantar al árbol nunca frutecido,
a la hoja niña ansiosa de arrojar
sus vuelos y paisajes sobre un nido
sin espigas, sin luz, sin trinar...
Dejar la llama sola, permitir
la llegada del grito encarcelado,
dar aire, verde sombra, al mutilado.
De la piedra esotérica percibir
otros cielos y almas para esculpir
en catorce soplos, ¡no es demasiado!
Junio - 1974
Santiago Cavieres, Carlos Órdenes Pincheira y Paz Molina. |
3 comentarios:
Diego: está corregido lo advertido.
Gracias por avisar!
Gracias...
Diego de la Noche
Felicitaciones, poeta. Un gran abrazo.
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