7 de octubre de 2014

LETRA NUEVA / Nuestros Hermanos Menores, de Marta Luna




EL TERNERITO

Fundo La laguna, Curacaví.

Ignorancia de los doce años…inconsciencia, que causaría en el recuerdo tan profundo dolor que jamás fue olvidado.

Tuve el ejemplo de campesinos rudos, brutos,  que se creían muy superiores a los animales; el animal para ellos, era ¡un animal!, un ser no digno de consideración.

Y así, una mañana me pidieron sujetar un lazo que estaba atado al cuello de un ternero, el cual había que separar de su madre para poderla ordeñar. Yo, creyéndome a la altura, tiré con brutalidad el lazo. La criatura bramó de dolor y yo tiré…tiré…

Con esos tirones saqué de mi ser todo el dolor que puede albergar un corazón humano al comprender el dolor de otro ser humano o de un animal, o de una planta. Voluntariamente, jamás desde entonces he tirado de un lazo material o moral, pero tuve que aprender esta lección con dolor, con el dolor del ternero que aún conservo en mi memoria.


CONVERSANDO CON MI TINITA

I

¡Cosa extraña estos pensamientos míos! Al hundir mis manos en el suave pelaje de tu lomo, Tina, pienso: ¿en dónde estabas tú cuando yo nací? Porque, claro!, en alguna parte estabas…escondida en los genes de quién sabe qué can. Ya mirando con amor a qué amo…o moviendo con alegría el rabo ante qué situación para ti… ¿para él?

Estabas en tu Alma Grupo. En aquellos genes estaba escondido este amable ser que acompaña mi soledad de setenta y dos años, en esta noche en que un fuerte resfriado me  ha hecho permanecer en cama; y tú, Tina, de la mañana a la noche has estado junto a mí…sin decir nada. ¡La compañía perfecta!, ¡la compañía del silencio!

II

Ya son tres días en cama, y tres días en que tú,  pequeña Tina, no me has dejado sola sino por contados minutos; día y noche conmigo…Pienso con terror en el día que tú, al igual que tantos otros, me dejarás…¿o te dejaré?
No creo. Pienso que beberé también la amargura de perderte. ¡Tú sí serás la última mascota de mi vida!

Siempre hubo animales junto a mí, aunque todos no fueron propios. Los vi, los tuve, los acaricié. ¡Qué lista tan larga si los mostrara uno a uno! Todos están presentes en mi recuerdo como seres  hermosos y amables, aunque unos más que otros fueron amados, por una u otra razón.

Ya no sigo escribiendo, Tinita, para que no te moleste el ruido de mi máquina de escribir…Durmamos.


*****

*La autora ha regalado la totalidad de esta edición (180 ejemplares) a seis personas amigas, que lo dan todo a favor de nuestros hermanos menores, las cuales, venderán el libro para obtener una mínima ayuda para su caritativa labor.


Marta Luna es una destacada profesora de educación musical, artes plásticas y Técnicas Especiales. También reconocida por su prolífica labor como escritora y vecina de la comuna Quinta Normal.

Incursiona en la escritura publicando algunos poemas en la reconocida revista El Peneca. A los catorce años fue distinguida con el primer lugar en un concurso de poesía organizado por la Sociedad Protectora de Animales, cuyo premio se entregó en el salón de honor de la Universidad de Chile. Posteriormente, una gran amiga y vecina la convence de escribir sus memorias, las que entregaba diariamente, en una hoja de oficio escrita a máquina. Es así como se publica, en 1997, su primer obra: El Sendero del Dolor.


Ha publicado: El Sendero del Dolor: Memorias de un Árbol Viejo (poemas); El Camino a la Felicidad; Miscelánea de una Vida; Poemas del ocaso; Mi Aporte al Bicentenario; A Gabriela; Nieta del Maule; A España y García Lorca (poemas); Semillas de Esperanza.


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