28 de abril de 2013

LARGA DISTANCIA / Poema de Amelia Arellano, desde Argentina











 HEREDERA DE SILENCIOS


Ella es la Heredera de todos los silencios.
La veo aun, con su  vaso vacío,
Sorbiendo lentamente algo que parece escarcha.
El verano pasa como un potro de fuego.
El insomnio la acecha. La vigila.
Busca esa vieja costumbre de llorar dormida.

Pensar que le gustaba caminar con la lluvia.
Ofrecer su rosa en destruidos desvanes.
Ahora solo tiene el silencio.
No habla. No le hablan.
Solo las cucarachas murmuran.
También los muertos, mas, no entiende el morado.

Y se va por los bares hasta que todos cierran.
Y vuelve, y cuenta, uno a uno sus pasos.
Y bebe. Bebe todos los silencios.
Vacía lentamente la copa.
Allí en el fondo una boca extranjera  habla.
Tiernamente le habla…y la besa.





***


20 de abril de 2013

INVITACIÓN / Presentación del libro "Susurros que gritan", de Olga Sotomayor






 La Biblioteca y Programa de Lenguaje Duoc UC (sede Padre Alonso de Ovalle), tienen el agrado de invitarle a la  presentación del libro en formato cartonero:
 
 
 
SUSURROS QUE GRITAN
 
de
 
Olga Sotomayor
 
 
martes 23 de abril, a las 19:15 hrs
 
Alonso de Ovalle 1586, Santiago Centro
 
 
 Se referirá a  esta obra (en formato cartonero), la poeta Amanda Espejo.
 
 

Esta actividad se enmarca en la celebración del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor
 
 
Más información enel blog de la autora:  http://olgacartonera.blogspot.com/

17 de abril de 2013

NARRATIVA / cuento de Mario Cáceres Contreras




EL INSPECTOR CURIOSO




     Aníbal Anteros, ingresó a la oficina destinada a los interrogatorios con la carpeta de color rojo en la mano derecha, en ella, los informes fotográficos, planimétrico y el del perito del Instituto Médico Legal. Llamó su atención que el asesinato fue cometido por envenenamiento, fosforismo.
     Mientras, la dama a quién debe entrevistar, permanece sentada frente al escritorio.  En la cubierta del mueble, un paquete de cigarrillos cubriendo el llavero con dos llaves de chapas, las argollas que unen al pequeño minino blanco de orejas y ojos negros, y la torre Eiffel; de color rosado fuerte. Además de la luz de seguridad  en una caja gris de forma rectangular (de unos 4 centímetros por lado).
   
Sin emitir palabra alguna, el inspector extrajo del resto de la documentación, la hoja en blanco en que debe anotar y destacar las preguntas y respuestas que le permitan encontrar pistas para descubrir al culpable del homicidio.
    Observó detenidamente a la mujer de contextura maciza, caucásica, de rostro adusto, pelo castaño sujeto con un cole morado. En su mano izquierda una gran sortija engarzada con una piedra negra y en la mano derecha el anillo de plata fina con un formidable rubí rojo. Sin duda conocedora del valor de las joyas. A falta de alianza de matrimonio presumió  el estado civil de soltera o sin compromiso amoroso alguno. Su edad sobre los cuarenta – nunca fue bueno para estimar las edades de las personas -.Estatura aproximada a 1 metro 60 centímetros, muy aproximada, ella está sentada.
     Aparentando una frialdad ante el portador de la casaca  PDI. Segura de sí misma, quizás si el hecho de permanecer sentada, le permitía seguridad y dominio de la situación que se enfrentaba. Con la mirada baja puesta en un punto invisible, la fémina aguarda las preguntas del policía. Anteros rompió el tenso silencio.

-       Su nombre, estado civil, profesión, parentesco o relación que la unía al señor Sebastián Englart, a quién usted encontró envenenado en la biblioteca  de la casa del occiso.

-       Elena Videla Gusinde, de profesión profesora de lenguaje, analista de sistemas computacionales y secretaria privada de don Sebastián… Y, lamentablemente encontré al señor sin vida. Más tarde por otro policía supe que fue envenenado- respondió con seguridad.

-       Hemos descubierto que el móvil fue el robo. Una valiosa joya, avalada en 50.000 dólares. Es un diamante de 45,4 quilates .Conocido entre los joyeros como el Ojo del Búho y certificado por la A.G.S. En su pureza detectaron no más de dos inclusiones... Usted y al igual que la enfermera, la hermana del fallecido fueron rigurosamente revisadas por una mujer policía. Las tres fueron sometidas a radiografías al estómago y al recto, no encontrándose evidencia alguna. La PDI agradece la valiosa cooperación. Huellas dactilares encontradas por doquier, salvo el vaso en que suministraron el fósforo, intentando hacer creer que el enflaquecimiento, anemia, astenia, ictericia y albuminuria eran propias de la edad y enfermedad del señor Englart -asintió, el inspector.



11 de abril de 2013

LARGA DISTANCIA /Poemas de Eduardo Embry, desde Inglaterra


Galileo y el amor

 
 
A veces me parece que el corazón
del trabajo científico de Galileo
fue una brillante combinación
de ciencia y amor por las matemáticas,
lo mismo que el amor
que yo siento por ti 
Galileo observó el modo cómo se mueven
los objetos en el espacio,
del mismo modo como yo te observo
con mis ojos cerrados
cuando te desplazas en silencio,
como las estrellas más arriba del tejado,
a veces, tú no me hablas;
también observo y tomo notas
de cómo los objetos se aceleran
sin importar para nada
ni la forma ni su peso,
basta un pequeño toquecito
para que las cosas
se muevan armoniosamente;
aun cuando el sabio explicó
con claridad al mundo
que nuestro planeta girando se mueve,
lo mismo que tú y yo,
hablando en privado,
Galileo también tuvo muchos problemas con la Iglesia.

 

 

Ceniza y lava de los volcanes

 
 
La ceniza y la lava de los volcanes
enriquecen el suelo,
de lo contrario todo el planeta
sería un gran desierto lleno de fastidio;
nuestras discusiones y desacuerdos
son también ceniza y la lava de los volcanes:
después de las grandes erupciones,
incendios de bosques,
desplazamiento de casas,
animales, rocas, ramas,
peligrosas bestias y gases mortíferos 
que salen de la boca de la tierra en llama,
siempre queda una flor viva;
en el suelo achurrascado de la superficie,
diminuta,
sarcástica,
altiva, arrogante,
alegre, luminosa, 
toda una flor contra la muerte.
 
 
 
 
Eduardo Embry
 

9 de abril de 2013

INVITACIÓN / Diosas Tutelares, de Lila Calderón




Inauguración muestra visual de Lila Calderón 

Diosas Tutelares


Viernes 12 de abril - 2013, a las 19Hrs.


Posada del Corregidor, Esmeralda 749



La muestra permanecerá abierta hasta el 26 de abril.




Diosas Tutelares


El artista debe de ser mezcla de niño, hombre y mujer. 
Ernesto Sábato


Goethe interpretaba su concepto de “el eterno femenino” como la idea de belleza que está en todas las mujeres. El trabajo de Lila Calderón transita por estas reducciones simbólicas de la condición de ser mujer, de ser mujer en esta contemporaneidad, donde el ya intentarlo puede ser un acto heroico, más aun pintar estas deidades con atributos femeninos con tanta insistencia, bien podría parecer un lamento heroico, un intento de simbolización de aquellos fantasmas de la condición de ser y estar siendo mujer hoy.

¿Es que las Diosas no son hoy posibles?

7 de abril de 2013

LARGA DISTANCIA / Gonzalo Salesky, desde Argentina




ROSAS ROJAS


En la puerta del hospital de urgencias, donde estacionan las ambulancias, había una pelea entre dos hombres. Me llamó la atención porque solamente uno de los dos golpeaba al otro, que no caía al piso a pesar de los tremendos puñetazos que le aplicaban en el rostro.
Habían comenzado dentro de un taxi y bajado de él a los tumbos. Quien recibía los golpes ni siquiera sacaba las manos de sus bolsillos, como si en ellos estuviera protegiendo algo valioso. No ofrecía ningún tipo de resistencia, sólo buscaba evitar los impactos. Pero no lograba hacerlo del todo, y el que golpeaba de manera feroz que por su ropa parecía ser el taxista le asestó varias trompadas más hasta que el agredido, al fin, se decidió a correr.
Me pareció extraño que no hubiera intentado defenderse o al menos, alejarse cuanto antes.
Perdí de vista a los dos hombres y seguí caminando. Entré al hospital por una de las puertas laterales. Venía bastante apurado, como siempre. Iba a visitar a un pariente internado y sólo llevaba un ramo de rosas rojas en mi mano derecha.


Unos segundos después, sentí que me empujaban desde atrás. Trastabillé y casi caigo al suelo. En una de las galerías, cerca de la terapia intensiva, el mismo hombre que había recibido los golpes me tomó del brazo y con un arma pequeña apuntó a mi pecho.
Haciendo ademanes, me obligó a acompañarlo. No dudé un segundo. Estaba muy lastimado y de su ojo izquierdo parecía caer sangre. Su camisa blanca, llena de pequeñas manchas de color oscuro. Y sus dientes...
Corrimos un largo trecho. La gente se horrorizaba al ver su cara destrozada y el revólver que llevaba en su mano derecha. Parecía algo grotesco, un hombre desequilibrado corriendo al lado de otro que seguía sosteniendo, como si fuera un trofeo, un ramo de flores. No entiendo por qué en ese momento no pude soltarlo.
Subimos a un pequeño ascensor. Allí bajó su arma y me miró a los ojos por primera vez. Sacó de su bolsillo una pequeña caja de color blanco, cerrada con cinta adhesiva, y me la entregó sin decir nada.
Al detenernos en el segundo piso, volvió a tomarme del brazo y así corrimos hasta el borde de un balcón que se encontraba unos pasos delante de nosotros.
Abajo, la gente había empezado a congregarse. Extrañamente, a pesar de todo, yo me encontraba tranquilo y seguro de que no iba a lastimarme. Algo en su mirada lo decía. Pero aún no llegaba a entender por qué me había dado la caja.
No la abras todavía. Sólo después que me vaya. No cometas los mismos errores que yo.
Habló como si estuviera leyendo mi mente.
No tuve tiempo de preguntarle nada. Acercó la punta del revólver a su garganta, debajo de la nuez de Adán, y disparó.
Se desplomó sobre mí. Y la sangre... ¡por Dios! Tanta sangre a borbotones sobre mi ropa, mis zapatos y el ramo de flores.
Me lo saqué de encima. Sentía vergüenza de pensar más en el asco que me producía ensuciarme que en la locura y el drama de ese pobre hombre.
En pocos minutos llegó la policía. Tarde, como en las películas. Sólo atiné a quedarme sentado, apoyado contra la pequeña pared que nos rodeaba.
Guardé la caja en el bolsillo. Tuve la tentación de dejarla tirada o de esconderla en el pantalón del suicida, pero preferí respetar su último deseo. Cuando todos se fueran, la abriría.