27 de octubre de 2008

COMENTARIO / Ricardo Sánchez Orfo




A quien le quede el poncho que se lo ponga
(o que se lo enchufe)
por Ricardo Sánchez Orfo





De un tiempo hasta aquí, la venta de casi todos los proyectos neomodernos está ocupando un sitio fabulosamente ornamentado en los petitorios familiares y en las listas navideñas, demás está decir, que también en los cumpleaños felices y, por qué no, en las fiestas ácidas.
El mono es simple, es cosa de pasearse por los moles y los escaparates de nuestra tierna ciudad, y ahí están los aifones, los pendrives, los emepetreses y los emepenosecuánto.
¿Adónde habrá quedado el personal estéreo con el casete de Los Prisioneros a todo chancho?
No sé. Pero vaya que ha cambiado la ley de oferta y demanda, y no se trata de hacer mufa ni guerra contra esas maquinitas endemoniadas que se enchufan triste en las orejas, se trata de retratar la foto de esta nueva familia chilena, se trata de graficar los silencios eternos y las habitaciones oscuras a las que el ensimismamiento yoyoísta nos convida.
No digo que no sea grato e incluso excitante escucharse una del Silvio en un aparato de ésos, pero otra cosa en con guitarra (o, como en este caso, sin guitarra ni nada), porque sí que es notable el impulso de los adentros cuando nadie entorpece el tránsito entre una canción (mala o buena) y nuestras orejas, sucias o limpitas y sin patos.
La tristeza se hace mayor en los casos en que algunos mocosos se enchufan a la hora de almuerzo, a la hora de once, a la hora del desayuno, a la hora de todo e incluso a ninguna hora; y ahí caminan o comen o no hacen nada; pero fuera de eso, están enchufados al aparato cada vez más pequeño que los conecta con la fibra más íntima de la bobedad.
Decía que el mono es simple, bastará escribirle una carta al obeso pascuero, porque esa imagen gorda y peluda que de rojo sólo tiene la ropa, nunca el alma o su ideología barata y comercial, de seguro sabrá traernos la macana ésa, o cualquier otra macana fea de estos días. A fin de cuentas, mientras el pascuero se hace famoso en la tele, los papitos se encalillan hasta más arriba de las canas para que el crío sea feliz, para que el crío se enchufe los domingos y no diga nada, para que el crío se enchufe en la cena de año nuevo y no diga nada; suma y sigue, para que el mocoso se enchufe a la vida y no diga nada. NADA.
No hay nada de malo en los aparatos ésos, salvo algunos pequeños detalles (in) comunicacionales, porque ahora sí es justificado el silencio, porque flaco favor se le hace a la cortesía filial y familiar, porque además aseguramos el abastecimiento y enriquecimiento de los otorrinolaringólogos para cuando el país quede sordo, para cuando la noche quede sorda, para cuando el pasatiempo quede sordo, y para cuando estemos todos sordos y no escuchemos el llanto o la amenaza de otros días peores.
Es lo que tenemos para huir, un cuarto para cada quien, un espacio impersonal, un ojo cerrado para no ver la ventana negra de nuestra delgada y angosta faja de tierra. Es lo que tenemos para vivir, un estrépito en las orejas cuando nadie quiere decir palabras lindas, un reguetón maquiavélico cuando la gente de a poco olvida a Jara y a Rodríguez.
El mono es mucho más simple, nos queda el refugio privado para callar todas las verdades que, de alguna u otra forma, nos obligan a callar.



Ricardo Sánchez Orfo


Poeta de la comuna de maipú, es editor del folletín AMANO e imparte el taller de poesía en la Biblioteca Municipal de Maipú. Puedes comunicarte con él desde el enlace de AMANO.

4 comentarios:

lichazul dijo...

ricardo
simplemente encantador
lúcido y racional
pero no menos etérea pluma que se sabe pronunciar

hoy sólo palabras de cariño
para mi profe querido:-)

muakismuakis de primavera maldita
que me llena de alergias
y desamores enanos:-)

Pelagatos dijo...

Gracias por el comentario. Gracias además por la publicación.
Saludos.
atte
Ricardo Sánchez Orfo

Anónimo dijo...

Gracias por la publicación.
Saludos bien manchados.

Ricardo Sánchez Orfo

Bárbara dijo...

Ricardo, Ricardo, Ricardo...es difícil expresar la verdad con palabras, a veces los pensamientos son caprichosos y no se someten a los dominios lingüísticos...pero hay tantos aciertos en este texto que no puedo dejar hacerte saber que pensamos muy parecido.
Un beso amigo,
y que la fuerza te acompañe.