SUMERGIDOS EN EL JARDÍN DE LAS ORUGAS
A todos mis poetas
El poeta se sumerge en la luz
El poeta es toda ella y ella todos los poetas
La luz solo puede ser todos ellos y ellos todos
pueden ser sólo la luz bajo la funeraria frigidez de un
cuerpo
que duerme
lánguido
de espalda al horizonte y
así
el poeta entra en la luz
En el ocaso hay extraordinarias criaturas que buscan un lugar
entre los grandes globos luminosos de las nubes
para edificar los templos de aquellos dioses ausentes
que emigran bajo el signo del silencio
a las altas tierras en que se encuentran anidando
como bellas aves luminosas
los ángeles
Por esas rutas amargas se elabora el licor
que tiñe de verde los ojos amarillos de los poetas
con extrañas palabras cuajadas de silencios y puntos
suspensivos
Y allí hay manos sin dedos
que labran
cada noche
el misterio de los soles
Mi hacha y mi cayado
son las armas que blandiera en oposición a los muertos
Estos no son más que sombras
palabras recortadas de viejos periódicos
dejados en los escaños de las plazas
o en algunas estaciones de Metro
En esos lugares se agrupan
entre risotadas
o nubes de tabaco
al
atardecer
lánguidas muchachas en busca de amantes
Escondidos o extraviados bajo largas estrellas muertas
o bajo tierra, en donde habitan oscuros jardines
florecientes de larvas
cultivados por orugas
Por las letras esculpidas bajo la piel
en noches de espera
sólo han encontrado al poeta que sumergido en la luz
es todos o casi todos
los amante muertos o perdidos habitantes del jardín de las
orugas.
Frans Gris
Poesía de 1996-2005
Primera edición: invierno de 2006
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