6 de octubre de 2012

NARRATIVA / Hugo J. Suárez Domínguez

Sumándonos al homenaje que se le hace a Hugo J. Suárez Domínguez (1950-2012) este sábado 6 de octubre a las 16:00 horas en el parque central de la cabecera municipal de Bochil, queremos compartir este cuento de su autoría, publicado recientemente en La Mancha PURO CUENTO:







EL QUE CON TRAGO CENA...




"¿Qué culpa tengo yo que hayan bebido trago? Me hicieron venir al pueblo... ¿Y todo para qué?";

-¡Pero miren quiénes están aquí!

Es sábado, es mediodía. El rancho se engalana con la visita repentina. No es un hecho cotidiano. En la región cada quien es dueño de su propio feudo, y es casi imposible que un potentado busque a otro, excepto si es su compadre y lo tiene en alta estima.

-Como la montaña no viene a nosotros...

-Esto hay que celebrarlo. ¡María, ven a ver...!

La hospitalidad provinciana se instala y preside cada palabra, cada comedimiento en honor de los recién llegados. Bocadillos y bebidas refrescantes para los menores. Y como en todo gran acontecimiento, la botella reservada para la gran ocasión abandona su lugar de reposo; ocupa un sitio central en la mesa del comedor, y queda a disposición de los dignos convidados.

"Ahora que Micaela quería visitar a su familia"

La charla es amena, regocijada y natural, con el sabor de la tierra que todo lo da. Y entre comentarios, risas y atenciones mutuas, los dos compadres brindan por el gusto de volver a verse. Las esposas e hijos de ambos conversan de sus cosas aparte.

Más tarde, el grupo de mayores se ve reforzado por otros visitantes oportunos, que se incorporan con los mismos honores. Las copas menudean entre los hombres y los efectos se hacen cada vez más evidentes.

La llegada de la comida -tonificante caldo de gallina, tortillas calientes y mucho picante- sirve al mismo tiempo de tregua y acicate para continuar con la conversación vivaz. Luego una y otra botella, hasta agotar la provisión, hasta ver llegar la noche y quedar cada quien en el lugar que lo haya sorprendido la borrachera.

"Si el pueblo estuviera cerca, menos mal. Pero son dos leguas de ida y dos de venida"

Se ha cerrado el telón de este intenso acto y en poco tiempo todos concilian el sueño según el motivo de su cansancio. Cada quien sueña según lo que ha bebido y comido durante el festivo encuentro. Con la boca reseca, los bebedores sienten que la frase “el que con trago cena, con agua se desayuna” les golpea el cerebro toda la noche. Por eso anhelan ver pronto la luz del día, para curarse este mal.

Amanece. El sol se esparce en profusión para el que quiera bañarse en él; es fresco, mimoso e ideal para pasar el domingo a gusto con la familia. Todos así lo perciben, menos los que llevan aún en la sangre el fuego del alcohol. Los estragos de la jornada anterior no son para menos. En el campo se bebe aguardiente de fabricación casera, y éste no se cuida de refinamientos.

"¿Cómo diablos se les ocurre encargarme dos cosas?"

Lo que se ha dicho de que “un clavo saca otro clavo”, en estos casos es palabra divina. Otra copa -eso es- piensa alguien reanimado por la idea. Pero las reservas se agotaron desde la víspera, y sólo en el pueblo es posible encontrar otra botella para el urgente alivio.

-Hay que mandar a Pascual.

-Que compre trago y algo de carne seca, para saborearlo como debe ser.

El aludido comparece ante los patrones. Su condición de trabajador de confianza no le da derecho de réplica; simplemente recibe órdenes y obedece. Toma de mala gana los dos billetes.

-Con éste -le explican- compras el trago; con este otro, la carne. Pero te apuras, porque estamos que ardemos y no queremos tomar agua; es malo.

A partir de ese instante, la espera impaciente, la tentación de mitigar la sed con agua fresca de fruta recién cosechada, la pena de rehusar el almuerzo de la anfitriona. Ninguna otra idea puede sustituir la de reconfortarse con una copa y carne de la que sólo en el pueblo saben preparar. Eso motiva que cada figura que se insinúa en la senda de llegada al rancho, agite los corazones vehementes de los que padecen el martirio de la resaca.

"Con este compras el trago; con este otro, la carne. ¿Pues qué creen que es tan fácil? Ya voy llegando, pero como cansa la subida"




-Ése es Pascual. Al fin.

-Tengo la saliva hecha piedra.

-Se antoja preparar la carne con tomate, limón y mucho chile.

-Y vengan más tragos.

Pascual llega sudoroso y contrariado. No acierta a entender cómo ocurrió la confusión. En los presentes reina la expectación, que se traduce en repetidas ovaciones para el mensajero de las buenas nuevas. Con él debe llegar el añorado bálsamo. Varios pares de ojos enfocan su atención en las manos vacías del humilde trabajador. No lleva el encargo. ¿Qué pasó? ¿No llegó al pueblo? ¿Le robaron el dinero?

-No patrón. Sí llegué al pueblo. Pero como el camino es largo, con muchas subidas y bajadas, con arroyos y piedras, uno se cansa. En algún momento la mano se distrae, se revuelven los billetes y cuando uno quiere comprar las cosas, no sabe cuál es la paga del trago y cuál es la paga de la carne. Por eso regresé, para que me expliquen.

Las palabras del mandadero resuenan sin sentido y se estrellan en un muro de incredulidad. La recriminación, que debía ser severa por parte de los defraudados, se congela en la boca de todos ante lo inexplicable del hecho. Un vacío hirviente en el estómago le ratifica a cada uno su condición de desahuciado. La resignación es el gran ausente; los sentimientos han devenido en una mezcla indecible de coraje, frustración e indulgencia. Nadie tiene claro qué es lo que se merece Pascual por tan desastrosos resultados. Y cómo culparlo, si como trabajador es noble y obediente, aunque torpe para las cuentas. Ni modos de regresarlo.

Lo único que cabe es pegar el alarido que libere los vapores de la impotencia por no saber qué actitud asumir:

-¡Yo lo mato! ¡Indio inútil!


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Hugo Suárez Domínguez fue integrante de la Agrupación Cultural Puerta Abierta. Fue profesor de Educación Primaria por la Escuela Normal Rural Mactumactzá, y Licenciado en Lengua y Literatura Españolas por la Escuela Normal Superior de México.

En 1978 se inició como catedrático de Lengua y Literatura. De 1995 a 2003 fue Coordinador Académico de la Unidad Estatal de Actualización de Maestros. Fue Jefe del Departamento de Escuelas Secundarias Generales de 2003 a 2004; de 2005 a 2008, Subdirector Académico del subsistema de secundarias generales, entre otros cargos.

Entre sus obras destacan: Nos hicimos de palabras. Cobach, 2004; Recreación del cuento en el que una niña se llamaba Gretel. Historia Herencia Mexicana, 2012; Tatuaje de unicornios. Unicach, 2009; Una prosa más. Antología Escalando Horizontes. Coneculta, 2006 y Vuelos de papel. Secretaría de Educación, Chiapas, 2010.

En los libros colectivos Sólo tengo el viento de un lápiz (Editorial Viento al Hombro, 2003) y Escalando horizontes (Coneculta, 2006), incluyen cuentos de este autor.



México / Chiapas






1 comentario:

Virginia Marín dijo...

Amanda , gracias por la publicación de cuentos, Clarita me ha hecho entrega de la publicación, te mando un abrazo con admiración, respeto y agradecimiento.
Con mucho cariño


Vicky Marín, desde Chiapas, México