Gloria Lepilaf (a la derecha). |
RETROCESO SIETE
Estoy tan cerca del cielo,
Pronto alcanzaré una estrella
Cuando duerma bajo la tierra.
He ascendido un peldaño por década;
Mas hoy quiero bajar la escalera
Que está aún firme…, pero vieja.
Retroceso en siete pasos
En los peldaños de mi escalera,
Para volver a mi sonrisa de antaño.
“SIETE”, número perfecto.
Número que pertenece al Eterno.
Por alguna razón, creo…,
Hago este recuento.
¡Oh…, cuántas cosas bonitas…!
¿Qué diferencia hay en mi sonrisa,
Si los dientes que cuando niña mudé,
Hoy los he vuelto a perder?
Nací con mi piel tostada,
Como el trigo muchas veces,
Sacrificado en la callana.
Sobre una cama tosca, colchones de paja,
Ásperas sábanas (pero blancas)
Y frazadas que a telar fabricaba mi abuela,
Peinadas con cardas de la quebrada.
Bebía agua fresca que emergía de la cisterna
En aquellos metahues de greda
Que fabricaba mi abuela.
¡Mi abuela!
¿Cómo no recordarla
Con su sonrisa desdentada,
Cuando contaba cuentos y leyendas?
¿Y sus brillantes ojos al escapar una lágrima
Relatando las historias de la guerra,
Mientras atizaba los leños
Enardeciendo la hoguera?
Yo observaba extasiada como danzaba el humo,
Burlesco, imitando al huso que cantaba
Retorciendo la lana en las manos de la anciana.
Me iba a dormir a mi cama
Esperando despertar al alba,
Para apacentar en los prados
A mis reses y ganados
Mis vestidos harapientos (de cenicienta)
Mis pies escamudos por el viento (por la tierra),
Que dando saltos en el campo,
Imitaban a las ovejas y cabras.
¡Oh…, cuántas cosas bonitas…!
¿Qué diferencia hay en mi sonrisa,
Si los dientes que cuando niña mudé,
Si los dientes que cuando niña mudé,
Hoy los he vuelto a perder?
Vuelvo a mi infancia,
A los suaves aromas del monte
De la negra y húmeda tierra.
Viven allí, ocultas bajo el sol
Las flores que busca mi mano.
Alcanzo el Kolkopío, el wetri-wetri,
El hermoso traul-traul,
El nilpi, el paupawén y cuántos más.
En el Kulfén encuentro
El doctor escondido de los montes;
El yaopanque de hojas tiernas
Y su medicina verde,
Cerca de éste habita
El blanco trikill-trikill en primavera.
Vuelvo a mi humilde casa
Llevando la alegría
De las flores de la montaña
En mis manos de la infancia.
(18-marzo-2002)
TIEMPOS MOZOS
Recuerdo mis tiempos mozos,
Cuando mis pasos eran ligeros,
Peinaba yo, mi negro cabello,
Mi piel, entonces era tersa.
Empolvaba mi cara morena
Con rubores y afeites.
Cubría mi piel serena
Con ungüentos y retoques.
Yo admiraba los vestidos
Floreados y coloridos
Ocultando las rodillas
De las hermosas niñas.
Más aún admiraba
Aquella blanca enagua
De repente asomada
Adornada con miñaques
Con blondas y encajes.
-Eran aquellos otros tiempos,
Yo vivía en la mañana
Cuando todo era tierno.
-Ahora, al peinar mis canas,
Me doy cuenta:
Que estoy anciana.
EL SEGADOR Y EL CHIRIGÚE
De oír cantar al chirigüe
Que baila sobre la espiga,
Anunciando que la cosecha
Se aproxima.
Bajo el veraniego sol
Toma la echona el segador
Cortando las gavillas.
Cargan los novillos el carretón,
La era se cubre de espigas.
Empieza la canción del molino
Y en la mesa el pan del campesino.
Eufemia Ñonque Coñopán nació un 21 de octubre de 1929, en la comunidad indígena “Cacique Antonio Peñeipil”, Ñielol-Galvarino. Aprendió a leer y escribir con profesores particulares de esa época. La mayor parte de su vida se desarrolló en el campo, cultivando su tierra junto a su esposo; Aniceto Lepilaf Necul, con quien tuvo cinco hijas, de las cuales tres viven y actualmente residen en Lautaro.
Fue miembro de la agrupación literaria “Espigas de sueños”, donde dio a conocer algunos de sus versos en la revista del mismo nombre y fue antologada en el libro “El sortilegio de los volcanes”. Publicó también en la revista “Erato” de Collipulli. Formó parte del “Grupo de amigos de la biblioteca”, participando en recitales dentro y fuera de la comuna. Obtuvo medalla (2º lugar) en un concurso literario, adulto mayor, organizado por la caja de compensación “Los Héroes”.
Tomó el seudónimo de “Alihuén”, porque éste es un roble muy antiguo (apellinado), que permanece erguido y firme a pesar de las inclemencias del tiempo. Atenta, presta, vigorosa y luchadora, que amó de tal manera la sangre aborigen que corría por sus venas y enseñó con orgullo el significado de sus apellidos. Ñonque: “Piel curtida”, especialmente para monturas y Coñopán: “Hijo del puma”. Disfrutaba narrando los antiguos cuentos mapuches y con orgullo y lágrimas contaba la heroica historia de sus ancestros que lucharon contra los winkas. Alrededor de 4 años antes, predice su muerte a través del poema “Retroceso siete”. Falleció el 19 de octubre de 2006. Sus restos descansan al lado de quien fuera su esposo, en el cementerio de la comunidad ya mencionada.
Siete meses después de su muerte, se publica su obra “Retroceso siete”, un libro artesanal con 37 poemas de su autoría, que se encuentra en la Biblioteca Pública de Lautaro.
5 comentarios:
Emocionante la poesía de esta poeta mapuche, que esplendor hay entre líneas y qué de horizontes que un día fueron niños jugando entre arreboles mientras la tierra gemía sus nacimientos.Cuántos recuerdos en esos versos y la melancolía de los últimos tiempos.
Ojalá alguna editorial publicara su
obra poética, lo que constituiría un valioso documento.
Diego de la Noche
Gracias, Diego, por tu comentario. Es eso precisamente lo que vemos nosotros en su palabra, y por ello lo envié a varias personas para que, esta vez, el apoyo al pueblo mapuche se condiga con lo que somos: escritores, o escribientes, tal vez, no lo sé, pero sucede - y lo he comprobado - que es más fácil unirse a una protesta y patalear harto para echar nuestras propias rabias afuera, que sentarnos unos minutos, tranquilamente, para leer sus obras y darles el reconocimiento que se merecen.
Un abrazo fraterno para ti!
muy buen trabajo poético
felicitaciones a la autora y a ustedes manchados por la promoción y divulgación de estos talentos postergados
besitos de luz
Estimada Amanda, Fue realmente emocionante ver la poesía de quien fuera mi madre y me tocó muy profundamente el comentario que hizo Diego de la Noche.
Agradezco sinceramente que lo hayas difundido.
Mas adelante enviaré otros poemas de esta mujer que amó lo simple y lo divino, los catutos y las cazuelas con soplillo... Muchas gracias.
Esta poeta merece estar en nuestras mejores antologías literarias, y en los libros de texto de los colegios, por las ricas imágenes que nos entrega sobre la cosmovisión mapuche, con palabras simples que hacen vislumbrar todo un universo.
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